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sábado, 25 de septiembre de 2010

Tiene más chispa que el magiclick

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Arca

Julio Arca: Si hubiera jugado en Rusia el chiste hubiera sido completo (?)


Soy de la opinión que, de no mediar alguna genialidad, el ingenio es enemigo de la inteligencia. El ingenio, que suele ser talento puro, nos permite la salida ocurrente y, en el mejor de los casos, la síntesis correcta. Pero este exceso de talento suele derivar en vagancia, cuando no directamente en displicencia. La inteligencia, por el contrario, requiere esfuerzo y dedicación. Todas las ideas realmente inteligentes son arduas y no pueden resumirse en los 140 caracteres de un tweet. (?)
Si bien la diferencia entre ingenio e inteligencia puede parecer ser ínfima, creo que un ejemplo nos podría ayudar a determinarlo. No sé si recuerdan que hace unos años se estrenó una película llamada “El arca rusa” que tuvo un considerable éxito en el país. La película consistía en contar la historia de Rusia a través de las obras expuesta en el museo del Hermitage (y a través del propio palacio). Digamos que la cámara entraba en un cuadro y, con un muy cuidado trabajo de ambientación, nos mostraba el desarrollo de la imagen representada en el cuadro. Cada cuadro contaba una parte de la historia de la madre (?) Rusia.  Esta práctica, que así expuesta nos mueve a exclamaciones como ¡Qué interesante! ¡´Qué bueno! (?), cuando se ha repetido durante las más de dos horas que dura el film, nos sume en el más profundo tedio. Esa creo que es la diferencia entre el ingenio y la inteligencia. El ingenio, con el tiempo, nos deja con gusto a poco.

Yo le apuesto al profesor adjunto

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Oxford
No serían el único acto malvado cometido en la ciudad (?).
Públicos de todas las edades, sexos y nacionalidades, parecen disfrutar todas las semanas de las aventuras del inspector Morse, de la policía de Thames Valley. Aún considerando las habilidades actorales del fallecido John Taw, es claro que el gancho de la serie se encuentra en que el dichoso valle del Támesis incluye, nada más y nada menos, que a la ciudad de Oxford. La tentación de asomarnos a ese mundo de refinamiento e intelectualidad resulta demasiado grande para sus millones de televidentes. Ahora bien, el asunto es que la comparativamente pequeña ciudad de Oxford ha sido cita de por lo menos un crimen semanal durante los últimos 20 años, lo que la convierte en la ciudad más peligrosa del mundo (reduciendo a William Morris, la Mordor argentina (?), a un indecoroso segundo puesto) y a los catedráticos británicos en los tipos más pesados de la historia.
Pero si, como decía Fangio, dejamos las chicanas de lado (?) la comparación llama nuestra atención sobre la preferencia de los escritores de policiales por las pequeñas localidades perdidas por ahí. Ya sea la Oxford de Morse, el Ystad de Wallander o St. Mary Mead de Miss Marple, todos esos pueblitos ofrecen una ventaja esencial a los novelistas: un ambiente cerrado y aislado. La elección de uno de estos entornos es casi un acuerdo entre el escritor y sus lectores. El autor nos plantea que los elementos para resolver la incógnita se encuentran presentes desde el principio; que si somos lo suficientemente perspicaces podemos dar con el asesino nosotros mismos. Pero fundamentalmente nos dice que no recurrirá a ningún truco barato para resolver la trama. No se apelará a un deus ex machina que venga a aportar claridad donde la falta de imaginación del autor prometía dejarnos en tinieblas. 
Es por esta razón que tantos nóveles escritores fatigan nuestras pampas en la búsqueda de algún pequeño pueblito que puedan usar como laboratorio para sus futuras novelas. Aguijoneados por el viejo proverbio que prescribe infiernos grandes para pueblos chicos, nuestros infatigables escritores se afanan en documentar rutinas, giros idiomáticos, costumbres y, al mismo tiempo, en imaginar truculentas formas de esparcimiento para los pobres vecinos. En muchos casos sus esfuerzos se ven recompensados y llegan a publicar novelas exitosas; verdaderos portentos modernos que mezclan en partes iguales inteligencia y bucolismo.
Es entonces que, seducidos por los cantos de sirena de los inescrupulosos agentes editoriales, deciden que la formula todavía puede funcionar. Después de todo, ya tienen la investigación hecha. Se deciden entonces a sacar de su retiro al sagaz diariero o ama de casa o policía rural (o lo que fuera) que protagonizó su libro anterior. Y son capaces de repetirlo indefinidamente, en continuación tras continuación de una saga interminable. Y el público juega también su parte, encariñándose con el protagonista y sus conservadoras reflexiones sobre un mundo que pierde su curso (todavía no leí una novela policial protagonizada por un investigador trotskista) y demandando que los villanos se sumerjan cada vez más hondo en el fango de la miseria humana. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿cómo podían convivir todos estos sociópatas en este pequeño pueblo antes de que empezaran las novelas? No es que uno se convierte en un sádico de la noche a la mañana, probablemente lo haya sido desde hace mucho. ¿Cómo es posible que las autoridades tuvieran que esperar a que esta noble jubilada o este voluntarioso farmacéutico se pusieran en campaña, para  frenar las atrocidades que se cometen en el pueblo? ¿Cómo es que en las novelas anteriores no se mencionara nada sobre este tipo que ahora es tan abiertamente sospechoso? En fin, creo que se capta el punto. Me parece que hay que abandonar la fórmula antes de que la fórmula te abandone a vos.
A modo de consuelo por haber tenido que leer esta parrafada para nada, los dejo con un consejo. Hagan como yo, pidan la beca en Cambridge, que uno nunca sabe con qué fines quieren los de Oxford que uno vaya a estudiar allá.

Chiquitita Sound system!

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cortinas_voile1 caruso

Cortinas de Humo: Ahora dicen que impedirían el progreso del rastafarismo.

Si una religión se expandiera únicamente por la labor misionera de sus predicadores, creo que el rastafarismo estaría condenado a la desaparición. Iban a predicar contra babylon… pero se colgaron…

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Más Príncipe, menos Principito

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principito

Lo esencial: sería invisible a los ojos como las bacterias y la electricidad (?).

Este Blog no adhiere a los principios vertidos en El Principito.

Y sepan que es un libro para chicos… banquensela…

lunes, 20 de septiembre de 2010

Contra el sucio trapo rojo

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palito
Es tan impensable como creer que Palito apoyaba a la dictadura…ah no…cierto que…
Primero fue la decisión de Schwarzenegger de ser gobernador de California por el partido republicano, después fueron las declaraciones Lefebvristas de Mel Gibson y un poco después las brillantes ideas de Bruce Willis. Ahora me entero, un poco tarde, de las denuncias contra Steven Segal. Todo esto me lleva a preguntarme: ¿Qué les pasa a los héroes de nuestra infancia? ¿Qué se puede esperar de nuestra generación con ejemplos como esos? Sólo falta que Héctor Echavarría vaya a las marchas de Cecilia Pando y cantamos cartón lleno.

sábado, 18 de septiembre de 2010

¡Vuela, vuela!

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 Magneto vuela

La peor de las fechorías cometidas por el dueño del monopolio. ¡Investiguen! (?)

  • El avión es uno de los lugares en dónde es más deseable ser chiquito que grande. Para mi que en la historia de la aviación aérea comercial no debe haber un caso de un enano que haya sacado un pasaje en primera.
  • Por alguna razón la gente va a los baños de los aviones en vuelos cortos. En vez de aguantar media hora e ir al amplio sanitario del aeropuerto, prefiere hacer fila en el pasillo del avión, sólo para poder encerrarse en un lugar diminuto y hacer sus necesidades. Creo que esto se debe a que la gente siente que si no hace todo lo que se encuentra disponible para hacer en sus vacaciones la están estafando. Incluido el baño del avión.
  • Apenas uno entra en un avión puede identificar al molesto que le va a hacer la vida insoportable a todo el mundo. El avión todavía no enderezó la trompa y el tipo ya está parándose para ir al baño. Se levanta, desde el asiento de la ventanilla, para buscar vaya a saber qué cosa del equipaje de mano. El avión está tocando el suelo en el aterrizaje y el imbécil aprieta la luz para llamar a la azafata. Prefiero viajar al lado de un bebé que al lado del idiota éste; el bebé por lo menos no lo hace a propósito… quiero creer.
  • ¿Por qué los integrantes de las delegaciones deportivas viajan vestidos todos iguales? Si van a vestirse todos iguales, ¿hace falta que vayan a todos lados juntos? ¿Tienen miedo de perderse? Es un poco triste ver un grupo de adultos, todos con el mismo uniforme, deambulando por el free shop como una manada de atléticas ovejas. Para colmo de males, para mi no hay nada más mufa en materia de seguridad aeroportuaria que los equipos deportivos. Posta que son piedra.
  • La única forma en que se justifica pagar un boleto en primera clase, es que me garanticen que voy a llegar por lo menos un par de horas antes que los que compraron los pasajes baratos. Un asiento más amplio y una mejor comida, no valen los miles de dólares de diferencia.
  • Nunca viajé en primera, pero creo que si lo hiciera, estaría todo el viaje pensando que en cualquier momento hordas de turistas que viajan en económica irrumpirán para reclamar su pedazo del paraíso.  No hay cortinitas en el mundo que puedan frenar a las masas oprimidas en su lucha por una sociedad sin clases en el cielo.  Dios es testigo que en cada viaje que hago no dejo de esperar la Revolución. Se ve que los aviones están llenos de burgueses, proletarios sin conciencia de clase y lúmpenes (?).

sábado, 11 de septiembre de 2010

Mi ir

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Armstrong

Lance Armstrong (?): Sería el que trajo el souvenir de más lejos. ¡Te re cabió, Hard Rock Café Ho Chi Ming City! (?) 

Uno de los muchos fenómenos sociales que no comprendo, es la compulsión que tiene la gente por comprar “recuerdos” de los lugares que visitan. La industria del suvenir (?) presenta una cantidad de zonas bizarras que no pueden menos que ser destacadas. En primer lugar ocurre que con ciudades que cuentan con íconos arquitectónicos tan fuertes como la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad, el Big Ben o el Monumento a la Bandera, la elección del souvenir es relativamente sencilla. Pero ¿qué ocurre con aquellos lugares que por alguna desconocida razón son turísticos, pero carecen de alguna característica distintiva? La respuesta es que empiezan a aparecer esos engendros armados con caracoles, y cuya forma remite a  algún personaje cuya fama desconocen hasta los propios lugareños. De esta manera los incautos terminan comprando como recuerdo unas ostras pegoteadas con plasticola, que según el vendedor, es la mascota oficial de Valeria del Mar. Pero mucho más peligroso es el caso opuesto,donde la necesidad de contar con un monumento distintivo para poder venderle a los turistas, lleva a los pobres concejales de estas comunas a aprobar la instalación de verdaderos adefesios, cuyo ejemplo máximo lo representa el reloj cúcú  de Villa Carlos Paz.

Esto nos lleva a preguntarnos qué efecto tienen realmente los souvenires sobre las personas. Si se me permite, me parece que los “recuerdos” cuentan con la particularidad de interferir con el correcto proceso de la memoria. En condiciones normales uno sólo recuerda las cosas importantes y tiende a olvidarse de las trivialidades (excepto en esos casos de gente que cuenta con una habilidad especial para recordar datos inútiles y después te enteras que se hicieron millonarios en el programa de Susana…y con esa cara, ¿viste vo’?) Ese es el correcto modo en que funciona la memoria. Por ejemplo, yo me acuerdo de que poseo un par de pantalones y aún más, me acuerdo de que los tengo puestos; sin embargo, no guardo ningún recuerdo sobre el trámite de haberlos ido a comprar. Con los souvenires ocurre exactamente lo opuesto. Supongamos que uno se encuentra frente al Partenón, y le entra esa cuestión de querer asegurarse de que se va a acordar para siempre del Partenón. Entonces se dirige hasta una tienda y se compra un Partenón en miniatura (en líneas generales porque le parece que el “recuerdo” le va a salir más barato que un nuevo viaje a Grecia) Sin embargo, me parece que se crea en la memoria un nuevo recuerdo, aunque ahora sobre un hecho intrascendente; el ir a comprar el souvenir. ¿No notaron cómo las narraciones que hace la gente sobre sus viajes incluyen cada vez más anécdotas sobre los lugares a donde fueron a comprar tal o cual “recuerdo”, casi más que sobre los lugares visitados?

Sin embargo, y pese a toda esta crítica que estoy haciendo, lo cierto es que soy la única persona que conozco que exhibe en su casa todos y cada uno de los souvenires que mis conocidos me traen. No los compro, pero los tengo a la vista. Es que seamos sinceros, en la mayoría de los casos el destino de los souvenires es la parte más recóndita de un cajón. Por el contrario, yo pongo en vidriera todos: recuerdos de cumpleaños, casamientos, Bar Mitzva, elefantes de la suerte, búhos, encuentran refugio en mi casa. Es una forma de tener a la gente que quiero presente…y también una cierta atracción por lo bizarro. El gatito chino que llama el dinero es insuperable en ese sentido.

De todos los recuerdos que la gente trae, el que más me gusta es la Virgen de Luján que viene con un barómetro. ¡Fe y ciencia unidos en un único objeto!; uno no puede menos que admirar el poder de síntesis de estas personas. Además convengamos que el sentido práctico de conocer la presión atmosférica en una manera sencilla (sin tener que tratar de acordarse de que quieren decir los hectopascales y cuántos son muchos o pocos) convence al más escéptico. Para mí que el Papa tendría que insistir en este camino para conseguir más fieles. Lamentablemente llega un momento en que ya no cambia más de color, quedando para siempre en ese color rosa tan poco presentable. ¡Decime si no podía quedar para siempre celestita! Para mi lo hacen a propósito para que te compres otra…

 

Chiste de la Foto Alternativo (fue descartado por malo y rebuscado)

Mir

Cosmonautas rusos: Ahora dicen que dejarían recuerdos en vez de traerlos

martes, 7 de septiembre de 2010

Darío Dora Duraznos

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Descartes

Descartes: ahora piensan que existiría

De tanto en tanto (fundamentalmente cundo se evidencia un bajón de creatividad entre los escritores) la industria holywoodense reflota la llamada tecnología 3D. Yo me acuerdo que entre fines de los años  80 y principios de la década del  90, uno podía adquirir los consabidos anteojos azules y rojos y disfrutar la megaproducción del momento. Según me cuentan (en realidad no me lo cuenta nadie, es como el remanido recurso periodístico de citar a la gente para legitimar una opinión personal, y en este caso un hecho), ya en los años 60 era posible ver algún que otro film en esta revolucionaria tecnología. Bueno, el punto es que las cadenas de cine vuelven a intentar vendernos este avance en la experiencia de ver películas (?). No es mi interés discutir las propiedades técnicas de un producto que se intentó imponer en por lo menos dos oportunidades resultando siempre en fracaso . Lo que sí me gustaría decir es que la tecnología 3D no agrega nada a una película buena, de hecho puede ser contraproducente. Tomemos como ejemplo “12 hombres en Pugna”. ¿Habría ganado en capacidad de persuasión el personaje de Henry Fonda si se lo hubiera filmado en 3D? ¿Hay alguna manera en que la tecnología 3D mejore esa película? Lo dudo. Sin embargo, después de estar mirando a través de esos anteojos durante más de una hora, uno empieza a contemplar la posibilidad de sufrir convulsiones y (qué quieren que les diga) se empieza a hacer difícil seguir los diálogos. Una buena película arruinada por la tecnología.

Se puede argumentar que en estos casos, como cuando se compran telas, el género es importante (?) Pero pensémoslo con un poco de detenimiento. “Terminator 2” es buena porque la historia que la sostiene es buena. Reconozco que tiene una inversión enorme en efectos especiales, muchos de ellos revolucionarios. Pero si la historia es mala (como fue el caso de “Terminator 3”) ni todo el humo de las explosiones alcanzará para cubrir el tedio. No hay efecto especial que levante un mal guión.

La única situación en que el 3D puede introducir una mejora es en el caso de una película mala. Las tres dimensiones tienen la particularidad de hacer soportable un bodrio. Ese es el límite (actual) para esta tecnología. ¿Quieren ejemplos? Me remito únicamente a Avatar, un verdadero pelotazo inflado a más no poder por el 3D. Flaco favor nos hace esta tecnología; ahora nos fumamos una hora y media de una película que antes dejábamos de ver en los primeros 20 minutos. Te dan unas ganas de prender fuego el cine al grito de “¿Qué pasa general, que está lleno de gorilas el gobierno popular?” que ni te cuento. Pero bueno…ese soy yo…ustedes fíjense…

domingo, 5 de septiembre de 2010

Esto se está poniendo cada vez más abstracto…

señoritas

Las Señoritas de Avignon: prueba contundente que en algunas cuestiones cuanto más concreto mejor.*

Tengo por seguro (?) que todos aquellos que vean televisión después de las diez de la noche habrán visto los anuncios de compañías que ofrecen servicios para teléfonos celulares. Por lo general, aunque no de manera excluyente, se trata de la venta de contenidos eróticos. Bueno, si ese es el caso, deberán saber para este momento que uno debe mandar una palabra clave a un número de teléfono (2020, 8008 o cualquier otro) para obtener el producto ofrecido. La palabra clave se supone que es de un contenido sexual absolutamente explícito y funciona casi como un adelanto de lo que vendrá. Pero lo cierto es que la multiplicación de estas compañías produjo la degradación de las claves, guardando una relación con el objeto de deseo cada vez menos directa. Si en un primer momento había que mandar palabras como sexo o kamasutra, garantías absolutas de los que contenidos enviados eran realmente picantes (?), ahora se exige que se manden palabras como globos, vecinita, diabla, calle (?) y hasta directamente el término “historias”. En cualquier momento te piden mandar Biología al 2020 y se confirma que ya todo está perdido.

*Otro ejemplo es el monumento a la bandera (cuac!)

jueves, 2 de septiembre de 2010

No, mejor traeme una soda.

 

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incakola2litros

Inca Kola: No tan buena como la Coca Colla de Evo, aunque le pasa el trapo a la Nativa.

Hoy fuimos a comer a un restaurante peruano y nos surgió la pregunta: ¿Si la Inca Kola tiene ese color, qué propiedades tendrá la Inca Pito?

PD: A Samanta se le ocurrió Inca Piyo, lo que es infinitamente mejor.