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domingo, 30 de enero de 2011

No voy en tren, voy en limó (?)

Limusina

La Biblia y el calefón: Todo el lujo del capitalismo (?) ante la mirada censuradora del Comandante Guevara.

Una de las muchas cosas que no entiendo son las limusinas. No es que no entienda cómo se fabrican o cómo funcionan, (después de haber presenciado el Corso de Alfonzo, con su auto doble, no hay nada de la industria automotriz que me resulte ajeno (?),lo que no entiendo es la motivación detrás de estos adefesios mecánicos. En primer lugar, creo que todos estamos de acuerdo en que dado su alto costo, su uso queda restringido a los multimillonarios. Cierto es que el escaso mercado de multimillonarios en nuestro país, hace que su uso se extienda a alguna quinceañera caprichosa, alguna pareja de recién casados sin demasiada imaginación y alguna chica fea que es pasada a buscar para el baile de fin de año por el chico más lindo de la escuela, sólo para descubrir que se trata de una cruel broma (?). Pero dejando de lado estos usuarios ocasionales, acordemos en que su utilización se restringe a los empresarios muy exitosos.

Ahora bien, ¿por qué sería deseable para los ricos y poderosos recurrir a semejante medio de transporte? En primer lugar, no representa un medio de transporte más rápido que un auto común. Por el contrario, meterse en el microcentro con semejante vehículo debe representar una desventaja por sobre un auto común. Además, si un empresario no tiene tiempo que perder, se toma un helicóptero (o una lancha a Puerto Madero, si, cómo no puede ser de otra manera, vive en Nordelta (?), obvio) Por lo tanto, no se encuentra en la velocidad de transporte el por qué del éxito de las limusinas. Puede ser, que al igual que la mayoría de nosotros, el millonario quiera aprovechar el tiempo muerto del viaje para adelantar trabajo, o preparar el final de Sociedad y Estado (?). Si ese es el caso, el uso de la lumusina parece un poco excesivo. Con una tabla de picar verduras y una lámpara que alumbre de noche, le alcanza y le sobra. Ponele que necesite conectar la compu en el lugar del encendedor, ponele (?), pero no necesita mucho más.  La explicación del uso de la limusina, debe estar en la comodidad del viaje.

Ahora bien, no creo que un tipo como Franco Macri (?) se tome una limusina para poder ir viendo el programa de Rial en el auto. De hecho, con el desarrollo de la tecnología de los teléfonos celulares y los DVD portátiles, hay maneras mucho más baratas de ver tele mientras se viaja. No hace falta gastar miles de dólares en un auto.

En mi opinión, la única diferencia que te da la limusina es el escabio. Un auto común, no te permite la impunidad de ir tomando whisky mientras circulas. De hecho, y como fruto del sentido común, los autos y el alcohol no se llevan bien. Si un policía detiene un auto en el que uno de los pasajeros se encuentra tomando un brandy (?), es muy probable que terminen todos detenidos. En cambio, un policía que osase detener una limusina, puede dar por seguro que sus integrantes están escabiando. Sin embargo nada hará por detenerlos. Puede que se deba a la impunidad del dinero, o a la barrera mental que genera la partición que separa al millonario de su proletario chófer (?), pero lo cierto es que no sufrirá ninguna consecuencia.

Ahora bien, ¿quién en su sano juicio y pudiendo beber en un bar que no se mueve por los baches y en donde hay minitas (?), prefiere tomar en un auto en movimiento?  Sólo un verdadero alcohólico puede preferir encerrarse en un vehículo que retrasa su llegada a destino para poder escabiar. Es eso o un yanqui; quienes hacen arriba de un auto absolutamente todo lo que pueda ser posible hacer. Prueba de esto es el autocine, una de las peores aberraciones de la cultura estadounidense.  ¡Lo que debe ser ver una de Michael Moore en una autocine!; me dan escalofríos.

En el fondo, nuevamente, lo que manda es el prestigio. Los ricos pagan para diferenciarse de los pobres, en un circulo vicioso que ha caracterizado a la historia de la humanidad. En lo que a mí respecta, no me voy a dejar tentar por los cantos de sirena que propalan la idea de que más grande es mejor. En el fondo no tengo nada que sublimar. No sé si todos pueden decir lo mismo (?).

lunes, 24 de enero de 2011

Mickey Mousse

orejas mickey1

Recién llegado desde EuroDisney

Ya sé…el chiste es pésimo, pero los chiflidos están de más…

PD: Apenas publiqué esta entrada, encontré esto. Maldito seas Disney Mike!

domingo, 23 de enero de 2011

Ni yankis ni marxistas



Gorda Matosas y Raulito, las dos caras de una moneda falsa (?)


Algunos mediocres opinan que se trata de la eterna tendencia de los argentinos a crear antinomias, para mi  responde más a un morboso sentido del equilibrio, pero dejenme decirles que me parece que en el caso de la Raulito y la gorda Matosas se fueron de tema.

sábado, 22 de enero de 2011

Más vale malo conocido














 Clásico ejemplo de lo mencionado

Me parece a mí, o en las comedias románticas de ahora es mejor ser viudo que soltero?

Lo que aprendí de los dibus













 

Si alguien se acuerda del nombre de la tortuga y el perro que lo deje en los comentarios.
De un tiempo a esta parte, he estado notado que se verifica un proceso curioso en nuestras sociedades.  De todas maneras, no estoy seguro de poder explicarlo correctamente, por lo que les pido desde el principio que me disculpen.
 No sé si ustedes han notado que cuando uno es un niño su mundo se encuentra lleno de una serie de imágenes que lo ocupan casi por completo. Por ejemplo, en la infancia tenía perfecta noción de que cuando uno se pierde en el desierto, debe enfrentarse con los peligros de los espejismos; o de qué cuando estamos perdidos  en una isla desierta, la mejor manera de conseguir la atención del mundo exterior consiste en escribir un mensaje en una botella y enviarla al mar. Por supuesto, ninguno de estas recomendaciones de orden práctico responden a una experiencia personal; nunca estuve ni remotamente cerca de perderme en el desierto o de quedar varado en una isla desierta  (digamos que no soy del tipo aventurero, por decirlo de manera elegante) Estos conocimientos, junto con un número casi inacabable de otros saberes perfectamente inútiles, provienen del consumo de libros, historietas y fundamentalmente de dibujos animados de mi infancia.
Podrá argumentar mi querido lector (?) que es lo más normal del mundo, que cuando uno tiene 30 años, el lugar que ocupan los espejismos y las botellas con mensajes en la vida diaria, necesariamente debe disminuir. Cuestiones más prosaicas como el dinero, el trabajo, (o no tan prosaicas) como el amor, entre otras cosas de adultos, llenan nuestros días y está muy bien que sea así. El problema radica en que tampoco lo veo en las representaciones simbólicas  que constituyen el universo de los niños de hoy, por lo menos en aquellos con los que tengo contacto.
 En estos últimos veinte años ha surgido una industria del entretenimiento infantil que produce constantemente contenidos nuevos. Hasta este momento, los niños no se habían conformado en un nuevo agente de consumo; éramos meramente una extensión de los padres, pequeños adultos a los que apenas había que edulcorarle un poco las cosas. Mediante este procedimiento, Occidente fue conformando durante siglos, una suerte de corpus infantil compuesto por obras para adultos que se fueron diluyendo con el correr del tiempo. Por ejemplo, “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift  fue originalmente pensado como una crítica de la política de la Gran Bretaña de la época, de la misma manera en que  es imposible no detectar las reflexiones sobre la “civilización”  en el “Robinson Crusoe” de Defoe. Por lo tanto en los últimos siglos, las distintas generaciones de padres e hijos han compartido un universo simbólico desde su más tierna infancia, que ha ido ayudando a la conformación de una suerte de Cultura General. La aparición de nuevas tecnologías, como fueron el cine y posteriormente la televisión, sólo sirvieron para reforzar la tendencia. Es así como tenemos versiones de “Los Tres Mosqueteros” protagonizadas por Bugs Bunny, Mickey Mouse o Roberto Gómez Bolaños (?) Sumemos a esto la tendencia tanto de Disney, como de los Looney Tunes, de musicalizar sus dibujos animados con música clásica, y veremos cómo se refuerza el fenómeno. Un hombre (o una mujer) del siglo XIX  podría perfectamente ver la película “Fantasía”, sin que mediaran más que explicaciones de orden técnico frente a estas imágenes danzantes.
Sin embargo, estas afirmaciones deben también ser matizadas.El surgimiento de la industria del entretenimiento infantil, sumada al marcado consumismo que caracteriza a nuestra sociedad, ha facilitado la aparición de productos como Beatles o Rolling Stones para Bebés, o cosas por el estilo. Por otro lado, nuestra generación también veía Mazinger Z o Robotech, cuya conexión con los clásicos occidentales era nula. Quiebres e innovaciones son inevitables, pero tal vez nos encontremos ante un cambio profundo en que nuestras sociedades construyen sus idearios. Desde este humilde espacio invitamos a Sociólogos, Psicólogos Sociales, Maestras Jardineras (?)…en fin al CONICET entero (?) a que nos ayude a analizar el fenómeno. No entiendo como el gobierno no se ocupa de las cosas realmente importantes…

viernes, 21 de enero de 2011

Repatríe una chapulina

Chapulin

Sé que a los mexicanos le molesta que se los relacione siempre con el chavo y el chapulín, pero yo estoy a favor de los estereotipos (nos ahorran ponernos a pensar)

Con motivo del Casamiento del compañero De Paula, y dada la distancia física que la separa de la fiesta en cuestión, la dirección de “Agarrame gitano que me caigo” se complace en anunciar el comienzo de la “Campaña pro viaje de Noni al casamiento de BYYY”. En fechas a confirmar les estaremos notificando el número de cuenta donde pueden dejar sus contribuciones. Fin del comunicado.

Después de este anuncio de interés casi privado, “Agarrame gitano que me caigo” vuelve a su contenido habitual (vacuo, pretencioso, bah…mediocre en líneas generales). Saludos cordiales.

martes, 18 de enero de 2011

Yamilaquai

yamilaquai

Yo pensé que con Cosmic Girl se refería a otra cosa…

Cuándo ya no podés tener más glamour, ni ser más cool… tenés que probar cosas nuevas… tenés que llamar a tu hermana.

Bienvenida Yamilaquai a la Argentina

lunes, 17 de enero de 2011

¿Paco?…¿Para qué?

genero

Ahora dicen que las cuestiones de género se resolverían en el barrio de Once.

Las cuestiones de género son, indudablemente, uno de los aspectos más interesantes para ser discutidas por nuestras sociedades. No creo que sea este el lugar para expedirme sobre este asunto, aunque me gustaría detenerme un segundo sobre una de sus características más superficiales: ¿cómo se determina que ciertos productos son para consumo masculino y otros femeninos?

En primer lugar, algunos productos se encuentran de alguna manera restringidos a los hombres (como aquél producto que se encendía cuando se apagaba la luz) y otros para mujeres (como aquél producto que les permitía andar a caballo, meterse en la pileta, escalar el Everest y vaya a saber que otras cosas más (?) En otros casos, responden a cuestiones culturales pura y exclusivamente. Las publicidades de jabón en polvo siguen siendo dirigidas a las mujeres, pese a que cada vez somos más los varones que lavamos nuestras ropas; sin tomar en consideración la cantidad de mujeres que gustan de beber cerveza, la publicidad de bebidas alcohólicas siguen siendo dirigidas a los hombres. Curiosamente las sociedades cambian más rápidamente que sus creativos.

Sin embargo, el aspecto que más me interesa detallar son aquellos casos en los que la decisión es absolutamente arbitraria; particularmente en el caso de los perfumes. ¿Cómo se determina qué fragancias son masculinas y cuáles femeninas? Podemos intentar dar una explicación, pero la verdad es que no hay nada racional que podamos decir a priori. ¿Por qué algunos perfumes son de verano y otros de invierno? Son dudas que, les juro, no me dejan dormir en las noches(?). Pero seamos buenos con los pobres tipos que tienen que vender los perfumes. Querer vender un aroma mediante un medio que está restringido a lo audiovisual debe ser un trabajo frustrante. Por eso las publicidades de perfumes son ininteligibles para el común de los mortales. Un verdadero pelotazo. Es que hasta la propaganda de la colonia Pibes que concluía con el conocido: “Yo cortar torta” era malísima. Pero el arduo trabajo de querer venderle una colonia (?) a un niño es una discusión en sí misma y la dejamos para otro momento. Yo sólo espero que me regalen un autito.