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jueves, 3 de noviembre de 2011

El Codevila de la música.

claudio maria

De niño prodigio a mediocre televisivo; triste…triste (?)

Probablemente la caracterización más triste que se puede hacer de un artista es la de niño prodigio. Tomemos por caso el ejemplo de Mozart. Sin lugar fue un niño de notables capacidades, que a los cuatro años tocaba el clavicordio y componía pequeñas obras; pero de ninguna manera podemos reducir la carrera del gran Wolfgang a estas insignificantes notas biográficas. Frente al maravilloso edificio de la obra de Mozart, su condición de prodigio constituye una habitación; cuando mucho el living.

Ahora bien, tomemos como ejemplo una carrera completamente distinta; la de alguien que sólo pasara a la historia como un niño prodigio: Pablito Ruiz. Se hizo conocido a mediados de los años 80’s siendo la voz principal del ciclo televisivo Festilindo. Avanzada la década comienza una carrera solista, sostenido por el éxito de la canción “¡Oh mamá! Ella me ha besado “, engendro insufrible que sonaba en todas las radios y fiestas infantiles. Y a partir de ahí, nada. No sé si cambió la voz, si perdió la gracia o si la gente se dio cuenta de la dudosa calidad del show del niño prodigio, pero lo cierto es que desapareció y con él su carrera. Intentó volver, fundamentalmente a base de escándalos pero sin suerte. En estos días anda haciendo esto, y creo que esa es la evidencia que confirma mi punto. La de prodigio es una condición que por definición tiene que ser temporaria, en caso contrario se convierten en bizarros; mediocres que pululan por los medios buscando que les devuelvan sus quince minuto de fama.

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