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jueves, 21 de abril de 2011

Los de afuera son de palo, dijo Gepetto

tio sam

Tío Sam: Ahora dicen que sería un toque chauvinista. Un toque nomás (?)

No soy nacionalista. A mi entender, la palabra nacionalismo se ha pervertido mucho y se ha acercado demasiado al chauvinismo. Tengo la sensación de que últimamente el saber popular entiende que el nacionalismo es algo así como creer que tu país es mejor que otro; que todos los otros. En lo personal me siento más cómodo con la idea de patriotismo, que refiere a que uno ama a su pueblo más que a los otros. No significa que uno no pueda amar otros pueblos, o hasta considerar que hacen las cosas mejor que nosotros. Refiere la identidad y al amor de lo que se considera propio.

De los muchos aspectos que considero desagradables del nacionalismo, creo que el provincianismo es uno de los peores. Es ese orgullo menor por los pequeños logros locales que nos impide congratularnos de nuestros logros como especie. Permítanme ilustrarlo con un ejemplo para verlo más claro. Este verano llegó a mi conocimiento la existencia de un libro que plantea que el asado fue un invento uruguayo. La afirmación es ridícula, y no porque crea que el asado es un invento argentino. El asado consiste básicamente en carne cocida sobre brasas, no tiene muchos más misterios. Desde que el mundo es mundo, la carne se debe estar cociendo de esa manera, por lo que reclamar autoría sobre esto es, por lo menos, poco serio. Este provincianismo no es propiedad de los uruguayos (reclamarlo como tal sería una muestra de provincianismo más), de este lado del Río de la Plata tenemos una cuota más que importante. 

Pero más allá de los errores a la hora de adjudicarse una autoría, es el propio principio del provincianismo el que está equivocado. La grandeza de un país no puede (a decir verdad no debe) ser medida en términos de los inventos  o de los aportes a la ciencia que realicen. Es que en realidad esta forma de nacionalismo disminuye a las naciones en lugar de mostrar su grandeza. ¿Qué lugar ocuparía la Argentina en el mundo si fuera medida y pesada usando como indicadores el colectivo, la birome, la picana y el alambre de púa? ¿Cómo podríamos discutir con un yanqui cuando lo único que tenemos para ofrecer son nuestros modestos tres premios nóbeles? ¿Por qué no sentirnos orgullosos por la teoría de la relatividad? ¿Sólo porque no la enunció un argentino? No tiene sentido. Ahora sí… con Tristán trazo una línea. El orgullo pergaminense no se mancha. ¡Te querés matar San Nicolás! ¡Junín LTA (?)!

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