Buscar este blog

sábado, 7 de agosto de 2010

¡Sor…presa!

Etiquetas de Technorati: ,
tornillas
¿¿Tornillo con tornillo y tuerca con tuerca!? Ah…no….eso era de otra discusión
Probablemente no haya cosa más molesta que, al estar escuchando el final de una historia, todo se derrumbe porque quién la está contando omitió un dato importante.
-¿Cómo?…¿No les dije que el perro del protagonista llevaba una semana muerto?
Sin embargo, y dejando de lado la impericia del narrador, lo que debe llamarnos la atención es que estamos ante una clara señal de mala literatura. En mi modestísimo entender, la inmensa mayoría de las obras que dependen de un último giro de tuerca que cambia el sentido del libro, son indefectiblemente malas.
Pero si uno cree en el ying y el yang, debe agradecer que aún en lo malo encontremos algún bien (?). Lo bueno de la mala literatura, es que se la puede identificar casi inmediatamente; no hay necesidad de esperar hasta ese último giro en la trama. Es bastante común que un librito que venía relatando la inquina reinante en una familia en cuyo seno se produjo un asesinato, de repente dedique 20 páginas a describir los hábitos nocturnos del mayordomo. Ante esto, uno alza las cejas con cara de ¡No puede ser tan Hijo de Puta! e inmediatamente deja de leer el libro, porque ya sabe quién es el asesino y porque se encuentra en un estado de santa indignación.
Y cuidado, porque aún cuando este fenómeno se agrava en la literatura, el cine no se encuentra exento de este problema. Repetidos planos de personajes secundarios, largos parlamentos con sujetos intrascendentes, que la superestrella que contrataron se encuentre realizando el papel de un tipo que no participa en la trama, planos de objetos decorativos condimentados con música incidental o si ya pasaron tres cuartos de la película y todavía no apareció en escena Robert De Niro; todos estos suelen ser claros indicadores de que el paspado del director se encuentra preparando un final sorprendente. Si ustedes detectaran alguno de esos síntomas lo más recomendable sigue siendo levantarse e irse, porque es seguro que la película puede causar cualquier emoción en ustedes, menos sorpresa.
Una buena historia (si realmente es buena y está bien contada) no puede arruinarse por la omisión de un detalle nimio y completamente secundario, por algo son nimios y secundarios. ¿Se imaginan si hubieran detenido a Raskolnikov porque se olvidaba la mochila en la casa de la vieja usurera? ¿La misma mochila que Dostoievski estuvo describiendo con esmero durante todo un capítulo y que menciona en cada oportunidad que puede? De sólo pensarlo me dan ganas de prenderle fuego el Kremlin al grito de ¡Qué bardeá, refugiado! (?) en señal de descontento. No, una buena obra como Crimen y Castigo no puede quedar librada a una última vuelta de tuerca que redima la novela de trescientas páginas de intrascendencia. Los buenos escritores (o directores de cine) construyen sus obras de otra manera, sin apelar únicamente a la espectacularidad o a recursos efectistas.
Con esto no quiero decir que todas las películas y libros que sorprenden en el final son malos, sino que no se puede apostar sólo a eso. Hay que laburar un poquito más. Bah…me parece a mí.

1 comentario: