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domingo, 1 de agosto de 2010

El innombrable II

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180px-Enigma

Máquina Enigma: Sería un poroto al lado de mi invención

Todos los sistemas utilizados para ocultar información de gente que no debería oírla trabajan sobre la base de algún código. Ya sea alterando el orden de las letras, o escribiendo de atrás para adelante, o utilizando combinaciones de números primos, el éxito del cifrado de los mensajes se basa en la seguridad del código utilizado. El problema radica en que al ser los códigos necesariamente racionales (en caso contrario no podría ser decodificado por el receptor del mensaje) pueden ser interpretados por terceras personas utilizando métodos racionales. Pues bien, hete aquí (?) que creo haber encontrado la solución al problema.

Supongamos que la persona A quiere que B le pregunte a C si va a poder ir a su casa a la tarde. El diálogo se podría dar de la siguiente manera:

A- Preguntale al quetejedi si puedo ir a la casa tipo 8.

B- El quetejedi dice que te espera.

Simplemente reemplazando el nombre de C por el quetejedi se logra un perfecto mensaje cifrado. Una comunicación de esa naturaleza es virtualmente impenetrable. Su invulnerabilidad no radica en el engendro idiomático que representa la palabra “quetejedi” cuyo significado puede ser determinado con sólo visitar wikipedia. La fortaleza se encuentra en el hecho de que para poder interpretar la frase hay que conocer una conversación anterior sobre la que el mensaje no nos dice absolutamente nada. La conversación que permite que tanto A como B sepan que C es el quetedeji.

Curiosamente esa es la misma razón por la que es tan aburrido ver las fotos de  las vacaciones de unos amigos. Uno no fue a ese viaje y no hay manera de poder participar del “código” que se formó durante la estadía vacacional. Esas experiencias son en principio intransferibles y en eso radica su fortaleza. Por supuesto, debemos desconfiar de gente que grita “la bohemia…., la noche…”  o “Focas!!” y se ríe de su propia ocurrencia como idiotas, pero por lo menos debemos concederles el hecho de que de no mediar un desastre, cuentan con un código que ni la mejor computadora del mundo podría penetrar.

Entiendo que me pueden objetar que la trascendencia de un mensaje que es conformado con conceptos tan básicos como el quetejedi, Focas, o la bohemia, difícilmente pueda tener algún tipo de trascendencia. Se trata este de un punto bien argumentado y cierto, aunque sólo por ahora. Mejor que el Pentágono tenga cuidado, porque en cuánto logre la manera de vincular unas vacaciones familiares en Atlántida con el desembarco de medio millón de tropas en cinco playas de Normandía, ya nadie podrá parar mi plan de dominación mundial. Tiemblen imperialistas, tiemblen. Muejejejejeeje!!!

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