Chancho: no habría ninguno querido por el pueblo.
Hoy más temprano, mientras viajaba en colectivo, subió al coche un inspector. Hacía mucho que no veía uno, lo que me movió a la reflexión. La profesión de “chancho” debe estar, sin lugar a dudas entre las más repudiadas de los ámbitos urbanos. Es que si uno lo piensa bien, no hay prácticamente ningún incentivo para que el chancho cumpla con su trabajo y sin embargo el tipo lo hace. Viajar sin boleto es, sin lugar a dudas, una transgresión menor, que por otra parte no genera ningún tipo de registro de la falta. Sólo el chancho y el infractor saben de la contravención, por lo que el celo del guarda debe ser mayúsculo para sancionar al polizón. Por otra parte, el propio proceso de penalización (que sólo contempla el pago compulsivo de una determinada cantidad de pasajes y la expulsión del rodado) es ridículo. Sí uno no tiene dinero suficiente para comprar un pasaje, menos lo va a tener para pagar el costo de la infracción; lo más probable es que todo concluya con la negativa del infractor a pagar la multa. Ante esto, ¿qué puede hacer el chancho? ¿Acompañarte a tu casa para que le des el dinero? ¿Llamar a la policía? ¿Prohibirte volver a tomar la línea de colectivo? Ninguna de estas opciones parece demasiado realista. Una norma que no va acompañada de los medios para imponerla no es nada más que otro ejemplo de (mala) literatura moral.
De lo antes mencionado podemos deducir que el chancho es un trabajador que se esfuerza en hacer bien su trabajo, aún cuando sepa que no hay nadie que lo supervise, no haya una ganancia directa para él en el proceso y no disponga de los medios para efectivizar las últimas consecuencias de su labor en la práctica. Ahora bien, si todo esto es cierto y estamos en presencia de un trabajador modelo, ¿por qué genera tanto rechazo la figura del chancho?
Cómo todos los que han viajado últimamente en colectivo saben (creo que son la mayoría) es virtualmente imposible colarse en un colectivo. Los espacios son reducidos y la necesidad de pasar por frente de la posición casi panóptica del chofer presenta un desafío mayúsculo para aquellos muchachones (y muchachonas) que desean viajar de arriba. La única manera de hacerlo es con la colaboración del conductor. Si el chófer (me gusta pronunciarlo así, con acento en la o) no te deja pasar, no hay manera de entres sin pagar en un colectivo. Eso pone de manifiesto la verdadera naturaleza de la función del chancho: controlar a los conductores. El chancho está con la patronal; su trabajo es estar con la patronal. Pero no como un empleado de quiosco que no puede hacer otra cosa más que cobrarnos el paquete de cigarrillos. No, el chancho está con la patronal de la peor manera posible. Espiando y controlando a sus compañeros chóferes (?) No podemos menos que repudiarlos por su celo de esquirol.
la mejor forma de colarse es, a mi criterio, (en realidad soy poco audaz para estas aventuras)por la puerta de atras, hay que ser muy rapido, cuando baja un malon meterse de guapo, se corre el riesgo de una mirada de reproche de los pasajeros obedientesdel chofer que se fueron para atras.
ResponderEliminarIgual yo creo que el chancho la caretea un poco. Al menos en rosario, donde el cole es con tarjeta magnetica, cuando la pasas por la maquinita le imprime la fecha y la hora en una especie de braile que es practicamente imposible de interpretar. Ademas que ganas tiene el tipo de meterse en un nicho lleno de gente apretados hasta las muelas a hacerse el loco. piccoman dice que es para controlar al chofer pero a su vez el "sr pig" (?) tambien esta siendo controlado por este ultimo, porque ante cualquier cagada a pedo en la empresa dira: "pero el sr x (el chancho) no lo controlo, yo no puedo manejar y hacer su trabajo". En fin es un gremio de muchas envidias
ResponderEliminarLa táctica de subir por atrás es buena, pero dependés de que baje mucha gente, lo que hace que no lo puedas planificar. El ámbiente laboral de los colectivos deben ser de los peores, imaginate que estes sentado en tu oficina y cada 15 segundos te toquen timbre. A eso sumale el tráfico y tenés el cóctel armado para un futuro sociópata
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