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Caretas: habría necesidad de quitárselas.
Anoche estuve en una fiesta de disfraces, lo que constituye una buena oportunidad de recrear el debate sobre qué constituye un disfraz y qué no. En primer lugar está la gente que trabaja arduamente en su disfraz, buscando alterar su persona (y eventualmente su personalidad) y convertirse en un pirata, un granadero o un Teletubby. Estos son disfraces con todas la de la ley (Ley Nacional de Disfraces sancionada en 1948 (?)) y no dejan demasiado lugar para la discusión. Sin embargo, hay una serie de prácticas disfraceriles que se mueven en un peligroso gris.
En primer lugar, nobleza obliga, debo decir que yo concurrí al convite (?) ataviado únicamente con una peluca (No vayan a pensar que estaba desnudo y con una peluca; mi disfraz consistía en una peluca). Y soy el primero en reconocer, no sin cierto orgullo, que una peluca no es un disfraz. De hecho es lo opuesto de un disfraz, si tal cosa fuera posible. Una peluca resalta la persona (y eventualmente la personalidad) de quien la usa. En vez de evitar que seamos quienes somos, la peluca, mediante el absurdo, nos pone en evidencia. Por eso los peluquines y quinchos, lejos alejar las sospechas sobre la calvicie de un tipo, la deja en el foco y de la peor manera. No pasa a ser el Señor X que se convierte en un joven con cabello mediante el uso del bisoñé; es el Señor X con una peluca ridícula (reemplacen X por los muchos ejemplos que se les deben ocurrir). Creo que a los efectos de causar una sonrisa, cuando no directamente una carcajada, la peluca es insuperable.
Las máscaras, por el contrario, son la quintaesencia de los disfraces. Esto es así porque buscan alterar directamente la característica con que más sencillamente nos identificamos entre nosotros: el rostro. Con una careta puesta, no hay manera que seamos quienes somos; de allí lo maravilloso que es ese término cuando se lo usa como insulto. Pintarse la cara surte el mismo efecto, y si no que le pregunten a los apaches o a los maoríes.
Sin embargo, debe movernos al mayor de los rechazos el pretendido uso del sombrero como disfraz. Usar un casco de centurión no nos convierte en centuriones. De hecho, uno podría ir vestido de centurión sin el casco y estaría más cerca de pasar por soldado romano que si fuera con el casco sólo. Es tan ridículo pretender que un sombrero constituye un disfraz, como ponerse las medias de Boca y llegar a una fiesta diciendo que somos el ruso Hrabina o Martín Palermo. Por lo menos así lo veo yo…
*Este ejercicio tiene únicamente fines recreativos y de ninguna manera busca censurar conductas o inmiscuirse en la forma en que la gente se divierte… más allá de que tenga razón.
A manera de Post Data: La fiesta estuvo muy buena, con muchos disfrazados (algunos muy buenos), un semidisfrazado (yo)y gente que decidió no acompañar la iniciativa.
ResponderEliminarA modo de chiste casi familiar yo reemplazo la X por el apellido Miliuso, Dios lo tenga en la gloria.
Feliz Cumple Ale, me gustó mucho tu disfraz.
fue el hermano de p**o? gran amigo tuyo. De que se disfrazo?
ResponderEliminarLo de la fiesta de disfraces es copado en 2 o quiza 3 situaciones:
ResponderEliminarSituacion 1: que el disfraz sea bueno pero al mismo tiempo versatil para transformarse en un atuendo decente luego de la pachanga.
De lo contrario uno se encuentra a las 5.30 de la mañana, mamado, vestido del zorro, cagado de frio (porque el zorro no puede andar de campera inflable)y esperando un taxi o colectivo en el medio de la nada (porque siempre lo hacen en una quinta en la loma del c*lo)
situacion 2: Por lo antes dicho: si tenes auto. Esto sin embargo puede ser un arma de doble filo ya que estar soplando la pipeta de la alcoholemia vestido de pelin puede llegar a irritatar al señor de la ley, de ocurrir esto uno se encontrara irremediablemente en la situacion 1
situacion 3: cuando es en tu casa
De esa manera no hay forma de quedar pegado en las situaciones 1 o 2
igual, a pesar de lo que dije, me gustan la fiesta de disfraces y me la banco.
ResponderEliminarPiccoman ponele mas onda, no te podes poner solamente una peluca!!
Jaja Juanma, la idea de verte disfrazado de Pelín soplando la pipeta de la alcoholemia es de las imágenes más desagradables que he pensado en mucho tiempo.
ResponderEliminarA diferencia de vos, yo no condono la idea de la fiesta de disfraces, aunque si disfruto del uso ocacional de una peluca; de allí mi atuendo de ayer.
El hermano de p**o no estaba, aunque si lo veo le mando tus recuerdos.
Perdón, pero me olvidé que se podría incluir dentro de la situación 1, que el disfraz sea funcional para la poder disfrutar la fiesta en sí. Usar una careta es complicado para quienes usan anteojos, o andar disfrazado de caballo como en los Bañeros 1 puede ser muy divertido durante 20 minutos, pero a la hora de levantarte una mina te querés matar.
ResponderEliminarSituación 1 o 2 BIS, volver de lejos, muy probablemente en pedo, y disfrazado tiene el atenuante del alcohol .... la cosa es si tenés que salir disfrazado de tu casa, tomarte el 17 desde Avellaneda y cruzarte la capital, para después de viajar una hora y media, llegar a destino y que un montón de giles te miren con cara rara ..... Lo mejor, disfrazarse de cosas que apelen a la imaginación (claro, que los demás tengan que imaginarse que estás disfrazado)
ResponderEliminarJuan Carlos:
ResponderEliminarMás a favor de la peluca que se puede meter en un bolsillo (en mi caso de la campera)
Un saludo