Ignacios: Nachos para los amigos (?)
Alguien tenía que decirlo: la cantidad de nachos que te sirven en el cine, excede en mucho la cantidad de queso fundido disponible. Y seamos buenos, ¿hay acaso algo más desagradable que comer los nachos sin aderezo? Dejen… seguro que lo hay, pero no quiero enterarme.
De por sí estoy convencido de que comer en el cine está mal; deglutir en la oscuridad es algo que no hace ningún animal, y de acuerdo con la lógica irrebatible de la biología (?), no puede ser bueno hacerlo. Me harán notar que los ciegos comen en una oscuridad perpetua, o que los esquimales lo tienen que hacer durante los seis meses de noche del invierno boreal; pero convengamos que la cocina lapona no es precisamente renombrada (los helados Laponia podrán haber sido muy conocidos en los años ochenta, pero se hacían acá) y que no descuellan (?) en la tele los cocineros no videntes. Puede que sea un problema de discriminación (de hecho estoy por recibir una llamada de Morgado (?)) pero lamentablemente las cosas son así.
Pero además debemos tener en cuenta que comer en el cine es una actividad moralmente reprobable. Por alguna razón la mayoría de las comidas (a falta de un mejor nombre usaremos este) que se venden en los cines son crocantes y crujientes, como los mencionados nachos. La gente, en lugar de poner un poco de sí y colaborar con la convivencia tratando de hacer un poco menos de ruido, da rienda suelta a la dentadura, en un desenfreno masticador. La sinfonía causada por pochoclos, papas fritas y nachos, es realmente molesta; y si a esto se suman los estertores que produce el vaso de gaseosa al llegar al inevitable fin su contenido, nos invita (con una envidiable capacidad de persuasión) a abandonar la sala .
Para completar los aspectos dantescos de la experiencia cinéfila, hay que dar cuenta de que por alguna razón todas las superficies de los cines modernos se encuentran recubiertos de una suerte de alfombra, que no podría ser menos indicada para estar en contacto de gente que se ha sentado en la oscuridad con las manos sucias. Estas superficies afelpadas (?) están cubiertas por completo por las huellas pegajosas de cientos de clientes que han olvidado retirar su correspondiente servilleta, y que, protegidos por el reparo provisto por la oscuridad de la sala, han adoptado a los tapizados como sustituto apto. Si fuera por mi haría todo un cine recubierto de Corlok(?) o de otro material lavable. Por ahí los asientos no serían tan ´cómodos, pero tengan por seguro que serían más limpios.