“¿Qué opino del proyecto de ley para meter presos a todos los periodistas? Estoy completamente en desacuerdo…”
De todas las prácticas nefastas del pseudoperiodismo argentino (y digo pseudoperiodismo para no personificarlo en Alejandro Fantino), creo que la que más me molesta es la de hacer una afirmación extremadamente polémica (y fuera del contexto de la conversación) para luego negarla categóricamente.
La situación se desarrolla más o menos así: Se está hablando del estado en que se encuentra la educación pública y de repente el pseudoperiodista (por no decir directamente Alejandro Fantino) le pregunta al entrevistado algo como: “¿Es cierto que los directores utilizan el presupuesto de las escuelas para montar mesas de dinero? Porque para mí es todo mentira…”
Por supuesto que la posibilidad de hilvanar un discurso medianamente coherente queda destrozado después de semejante maniobra. De repente el televidente no puede dejar de pensar en los supuestos negociados de los directivos escolares, el entrevistado se ve obligado a expedirse sobre un tema que no tiene el más mínimo asidero y el pseudoperiodista (alias Alejandro Fantino) queda cubierto de toda responsabilidad porque ya dio su veredicto absolutorio en tan candente asunto.
El ejemplo es exagerado para ilustrar mejor el punto. Pero algunos cultores más sutiles del pseudoperiodismo (en este caso el mencionado Alejandro Fantino queda expresamente exento de toda responsabilidad) cuentan con la habilidad suficiente para montar pequeñas operaciones con tan sencillo procedimiento.