Buscar este blog

domingo, 15 de diciembre de 2013

La conferencia

conferencia

 

El siguiente texto surgió como requerimiento para aprobar una asignatura. El docente sugirió que hiciéramos dialogar un grupo de autores entre sí. Desde aquí le agradezco la buena voluntad de aceptar que algunos hayamos sido demasiado literales.

 

Williamson miró de costado a su interlocutor, sonriendo sobradoramente. –Si tienen que esperar a que se den modificaciones en las condiciones estructurales del sistema internacional están en el horno. Ninguno de ustedes está en condiciones de forzar un cambio por sus propios medios- concluyó.

Cuando finalmente atravesé los controles y me pude acreditar, la conferencia había comenzado desde hacía una buena media hora. Revisé el programa del día y gracias a su contenido pude identificar a John Williamson, que se sentaba en la punta derecha de la mesa. El resto del panel estaba compuesto por Fernando Henrique Cardoso, María Concepção Tavares, Alice Amsden, Osvaldo Sunkel y por una completa desconocida, Mademoiselle Margaux, que se suponía debía operar como médium para obtener la opinión sobre la situación actual de nada menos que Raúl Prebisch. Completaba el panel de expertos el Ministro de Economía que ejercía la función de moderación de lo que parecía ser el evento económico del año. Pero el desfile de personalidades no se limitaba a quienes se encontraban sobre el escenario. Entre las gradas del Luna Park era posible observar a políticos, empresarios, sindicalistas y periodistas. Prácticamente todos los peces gordos de la política nacional estaban presentes aquella tarde. Para cuando me pude instalar, los discursos habían recomenzado.

-Pero eso no quiere decir que los cambios estructurales no se produzcan- contestó entusiasmado Sunkel- ¡¡¡China está reemplazando la posición de los Estados Unidos en el Sistema Internacional!!!

-¿Y eso qué beneficio les trajo?-dijo Williamson, exaltado; la calma ya lo había abandonado por completo- ¿o acaso los chinos les compran su producción industrial? La afluencia de Yuanes ha hecho que sus economías se reprimaricen, como en la década del 10. Lo mejor que podrían hacer es aceptar su lugar en la división internacional del trabajo y dedicarse a producir aquello en lo que tienen ventajas competitivas.

Entonces sucedió lo impensable. En medio del panel se vio emerger la figura de una enajenada Mademoiselle Margaux, quien tomando una silla por el respaldo, la rompió con fuerza contra el escritorio. El silencio se adueñó del auditorio. El público miraba con estupor como la menuda vidente se sacudía con la fuerza de las convulsiones. Sólo salieron de su asombro cuando Margaux, alisándose la ropa, pudo pedir disculpas.

–El Dr. Prebisch no está contento con el giro que está tomando la discusión.- acotó la mentalista con tono de disculpa.

Williamson, ahora más calmo, continuó con su discurso. –El problema está en que ustedes tuvieron la oportunidad histórica de romper este ciclo de avances y retrocesos. En la década del 80 tuvieron que introducir las reformas en las que todo Washington estaba de acuerdo. Pero hicieron todo por la mitad. Se contentaron con privatizar las empresas estatales, sólo para crear monopolios estatales. No desregularon los mercados más sensibles, como el laboral (cuya desregulación llegó demasiado tarde como para tener un impacto positivo) y al mismo tiempo no fortalecieron a las autoridades para que controlaron estos mercados desregulados. Es decir la peor combinación posible. Han desaprovechado una oportunidad dorada.

-No podría estar más de acuerdo con lo que dice el Profesor Williamson- los agudos tonos de la voz de Domingo Cavallo lo eximieron de tener que presentarse- cuando fui Ministro mi intención fue la de profundizar los cambios introducidos en los primeros años del proyecto de convertibilidad. Pero las actitudes populistas del presidente Menem y, en menor medida, las de De la Rúa, más preocupados por los efectos electorales de sus medidas que por las necesidades de los planes económicos, los llevó a que no profundizaran todo lo necesario en las medidas indicadas- Esto dijo Cavallo en aquel momento, o por lo menos eso me pareció porque debo admitir que el final de la frase no llegué a oírla porque los silbidos fueron tan atronadores que el cordobés debió retirarse del auditorio.

La voz de Mademoiselle Margaux se hizo oír nuevamente, aunque ahora tenía un marcado acento alemán. –Lo que expone Herr Williamson no es más que la versión más reciente de la utopia del Libre Mercado. A medida que la economía se “desarraiga” (vimos como Margaux marcaba las comillas con los dedos, gesto que debo decir me desagradó considerablemente) de la sociedad en su proceso de convertirse en un sistema de Laissez Faire, provoca una reacción por parte de la sociedad que no está dispuesta a tolerar la falta de consideración que el libre mercado tiene por sus necesidades. Por supuesto que los gobernantes no pueden permitirse el lujo de dejar crecer el descontento social indefinidamente, por lo que suspenden las medidas tendientes al a desarraigar el mercado de la sociedad y comienzan a limitar su autonomía. De esta manera, la utopía del Libre Mercado prueba que nunca fuera más que eso, una utopía; una imposibilidad en sí misma. Sin embargo, este es el principal argumento de los liberales y Herr Williamson está nuevamente dándonos una versión del viejo argumento. Para el liberalismo, la imposibilidad de instaurar un sistema de perfecto Libre Mercado no radica en la devastación que éste causaría en la sociedad, sino en la falta de valentía o en la pereza de los gobernantes que no están dispuestos a introducir las reformas necesarias en el sistema.

No quedaban dudas de que quién hablara era ni más ni menos que Karl Polanyi; aunque ya para entonces no sabía qué admirar más: si las dotes paranormales de la joven o su sólida formación académica. Pero no tuve mucho tiempo para reflexionar sobre estas cuestiones; la ya familiar voz de Prebisch había vuelto a llenar el auditorio.

-Más allá de que verme asociado a los simplistas postulados del liberalismo no me agrada en lo más mínimo, creo que sería conveniente reflexionar sobre la situación actual. Es innegable que el precio de los commodities agrícolas y minerales ha experimentado una suba sostenida en los últimos diez años, lo que nos lleva a pensar que tal vez se hayan invertido los términos de intercambio y ahora se necesiten vender cada vez más productos industriales para comprar la misma cantidad de commodities. En lo personal, tengo una opinión muy fuerte al respecto; esto no es más que un espejismo. Ya en otros momentos del sistema económico internacional hemos percibido reversiones de este tipo, pero siempre han sido momentáneas. Durante la Guerra de Corea, a principios de la década del 50, se verificaron fluctuaciones de esta naturaleza, pero al poco tiempo el sistema volvió a su dinámica habitual. Yo sé…yo sé- dijo Mademoiselle Margaux ,mientras pedía silencio haciendo ademanes en dirección a un sector de la audiencia donde estaba ubicado un grupo de jóvenes productores rurales que ensayaban una silbatina al discurso de Prebisch- yo sé que diez años parece un período largo, pero no debemos pensar el desarrollo únicamente en términos de intercambios. El desarrollo industrial autónomo continúa siendo un objetivo deseable para nuestras economías; genera nuevos y mejores trabajos y ayuda a reducir el que parece ser el mal de esta época: la desigualdad.

-¡Farsante!- Una voz se alzó de entre las bancas del fondo. -¡Farsante!- insistió ante la mirada atónita de toda la concurrencia- Mi nombre es Madame Zelda y quiero denunciar que esta mujer es una impostora. Ella no habla como un médium de Prebisch, ni de nadie. Prebisch me está hablando directamente en este instante y dice que el principal problema de la economía argentina de hoy es el descontrol inflacionario causado por el desmedido gasto público en el que está incurriendo este gobierno populista. Es necesario volver a la disciplina fiscal de las amas de casa, no gastar más de lo que se tiene. Si ellas lo entienden, ¿por qué es tan difícil de entender para ustedes? Acá hay que diagramar un plan de convertibilidad que termine con este problema de raíz y vuelva a dotar a la Argentina de la predictibilidad y estabilidad que un país serio necesita para atraer inversiones extranjeras directas.

Para ese momento, Zelda había captado la atención de todos. Me volví para ver a aquella misteriosa figura que sembraba dudas sobre la integridad profesional de Mademoiselle Margaux. De inmediato algo llamó mi atención. No sé si fueron sus penetrantes ojos azules, la calvicie apenas disimulada por el velo que cubría su cabeza o su molesta voz aflautada, pero algo de todo aquello no estaba bien. Tomó la palabra el Ministro, que para ese momento estaba conduciendo la discusión del panel y parándose puso luz a mi confusión. -¿No le da vergüenza, Dr. Cavallo, disfrazarse de mentalista para tratar de influir en este panel? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar con tal de obligarnos a escuchar sus ideas? Lo menos que puede hacer es pedirle disculpas a Mademoiselle Margaux y a todo este panel.-

Lo que sucedió después fue confuso y vertiginoso. La mayoría del auditorio retomó los silbidos y abucheos que habían quedado pendientes de su intervención anterior. Pero algunos, los más exaltados, no se contentaban con estas manifestaciones de disconformidad y pasaron rápidamente a la acción. Unos jóvenes militantes sacaron rápidamente rastrillos, azadas y teas encendidas y repartiéndolas entre la concurrencia, comenzaron a perseguir a Cavallo por el recinto. La verdad que uno podía decirle muchas cosas a esa reconocida asociación juvenil, pero su capacidad de acción colectiva es verdaderamente envidiable. La última imagen que tengo del suceso incluye al exministro recogiéndose con una mano el largo vestido que tenía puesto y saltando sillas mientras se daba a la fuga.

La batahola se prolongó un largo rato y llevó a que el Ministro decretara un cuarto intermedio de 15 minutos, que, justo es decirlo, se extendió por más de tres cuartos de hora. Cuando reiniciaron las actividades, Prebisch retomó su alocución desde el mismo punto donde había sido interrumpido; otra habilidad de Mademoiselle Margaux que merece ser destacada. –Es necesario que emprendamos inmediatamente un proceso de industrialización por sustitución de importaciones. De esta manera los dólares ingresados por los altos precios de las materias primas agrícolas nacionales no se van a escapar del país para financiar consumo superfluo de las clases medias y acomodadas de nuestro país. Mientras continuemos en esta situación de subdesarrollo, continuaremos teniendo una preocupante carencia de dólares. El consumo de bienes importados, impulsado por la situación de bonanza relativa, se terminaría “tragando” la totalidad de los dólares, sin importar la cantidad que fuesen. Es por ello que debemos implementar una política de sustitución de importaciones, como el primer paso al desarrollo económico pleno.

-¿Podría decir unas palabras?- Maria Concepção Tavares levantó su frágil mano y se puso a hablar a continuación. –Si bien me causa un enorme placer volver a hablar con Raúl después de tantos años- comenzó su parlamento señalando en dirección a Mademoiselle Margaux- descubro con tristeza que sigue persistiendo en posiciones largamente superadas. Tu problema, estimado Raúl, es que continúas teniendo fe en los postulados teóricos del liberalismo clásico. No hay margen para el desarrollo económico de América Latina en la estrategia incrementalista que planteas. Si bien a priori la idea de sustituir importaciones puede parecer buena, la práctica ha demostrado que la sustitución de importaciones representa una trampa de la que es difícil escaparse. A medida que se dejan de importar bienes y se los comienza a producir internamente, surge la necesidad de importar nuevos bienes, por lo que en sentido estricto la cantidad de divisas necesarias para sostener el desarrollo industrial aumenta constantemente generando inevitables cuellos de botella. De esta manera, Raúl, la sustitución de importaciones está condenada al fracaso. Entiendo que los buenos precios internacionales de los productos agrícolas, sumados al pobre desempeño de las economías centrales, nos deberían hacer pensar que la Argentina tendría prácticamente libre disponibilidad de dólares. Los mercados emergentes deberían estar nadando en dólares. Sin embargo, y dado que las sustituciones deberían encadenarse de modo que no haya una superposición de puntos máximos de sustitución de importaciones, porque eso es la garantía de generar estrangulamientos del sector externo. En el caso argentino, la mayor demanda de divisas se da en el sector energético, que no sólo es estratégico para la producción industrial en general, sino que además no puede ser fácilmente sustituido en el corto plazo. Por esa razón, pese a que las condiciones económicas parecieran liberar la situación del estrangulamiento exterior, la Argentina no ha podido cortar su dependencia en esta materia. Lo que es peor, es que en definitiva, termina favoreciendo a los sectores vinculados con las actividades de exportación y por eso no debe asombrarnos que los sectores agroexportadores de este país y los sectores financieros sean los mismos. En otro momento de mi historia hubiera tenido posiciones más revolucionarias al respecto; pero ahora por lo menos puedo afirmar que, para completar el proceso de industrialización, hay que saltar etapas.

Aquí hizo una pausa para tomar agua y recobrar el aliento; no hay que perder de vista que la Dra. Tavares tiene más de 80 años. No obstante lo dicho, recuperó su discurso con el mismo vigor que antes. –Como les estaba diciendo, es un tanto ingenuo creer que es posible sostener un proceso de desarrollo por sustitución de importaciones, pasando de los productos de consumo menos elaborados a los más complejos considerando únicamente la demanda del Mercado interno (ya sea nacional o aún si se avanzara en un mercado regional ampliado). Es necesario acelerar el proceso e ir saltando, en lo posible, etapas. Pero para lograr ese objetivo es necesario dejar de lado las prevenciones liberales de esperar que el Mercado pueda realizar con la anticipación necesaria como para realizar las inversiones de base, que sean indudablemente las menos redituables, que garanticen evitar los cuellos de botella. Es fundamental que los Gobiernos se involucren activamente y posibiliten acelerar el proceso de industrialización.

Al concluir su intervención la matemática lusitana, el aire se cortaba con un cuchillo. No tanto por la enorme concurrencia en un ámbito que no estaba lo suficientemente ventilado (creo que la prohibición de fumar en espacio cerrados debería cumplirse estrictamente) o debido a que los argumentos de Tavares fueran desconocidos para el público presente, sino porque después de cómo se había manejado el “affaire” de la silla, nadie ponía demasiadas esperanzas en la forma en que Prebisch o Mademoiselle Margaux (lo que en este caso era lo mismo) manejaban la frustración. Sin embargo, debo decir que la joven mantuvo la compostura sin dar señales de irritación alguna; o por lo menos eso es lo que pude ver desde mi posición, dado que justo en ese momento la parapsicóloga se estaba estirando en busca de un plato con sándwiches de miga que Williamson había apartado estratégicamente en beneficio propio hacia el final de la mesa. Afortunadamente, la pronta intervención de Alice Amsden sirvió para calmar los ánimos.

-Si se me permite el atrevimiento, creo que tanto las posiciones de Prebisch como las de la doctora Tavares pueden ser armonizadas. En mi opinión el proceso de desarrollo de los países del Sudeste Asiático, en especial Taiwán, demuestra que es posible llevar adelante un proceso exitoso de desarrollo por sustitución de importaciones, siempre y cuando el Estado lleve adelante una participación muy activa. Para ello es necesario apostar a la producción de una industria de alta tecnología, en donde se seleccione una empresa guía y una serie de empresas que sustituyan las importaciones necesarias para esa producción de alta tecnología. En este proceso el Estado tiene que participar seleccionan el sector industrial al que apostar, capacitar y formar los sectores de mano de obra de máxima calificación, brindar subsidios y exenciones impositivas, inversiones en infraestructura y demás ayudas para que estas empresas se conviertan en líderes mundiales en esa industria. El problema del caso latinoamericano es que perdieron mucho tiempo y empuje en el desarrollo de sectores industriales atrasados y con un muy bajo impacto de innovaciones tecnológicas. Además, al haber tenido experiencias de transferencias por migración, se ha desdibujado la diferenciación entre empresas de capital nacional y las de origen extranjero lo que impacta negativamente en la transferencia de alta tecnología en la región. Las empresas de capital extranjero se limitan, en el mejor de los casos, a instalar maquiladoras en nuestros países pero dejando muy poco capital en el proceso.

-Lo que plantea Amsden es realmente atractivo desde lo teórico, pero absolutamente inaplicable a la realidad latinoamericana- dijo Osvaldo Sunkel, que desde su cruce con Williamson se había mantenido retraído en un papel secundario, pero que nuevamente volvía a mostrarse animado. –Las condiciones sociales que posibilitaron la implementación de ese modelo son realmente irreproducibles en la Argentina de hoy. Y debemos dar las gracias porque eso sea así. Dejando de lado las diferencias de mercados laborales y protecciones sociales, el nivel de autoritarismo necesario para llevar adelante estos modelos no se condice con la muy trabajosamente lograda democracia en Argentina. Sin ir más lejos, en un país como Corea del Sur el milagro sólo fue posible después de que los militares dieran un golpe de Estado, suspendieran todas las garantías democráticas e hicieran y deshicieran como materia económica sin tener en consideración ni los derechos de los trabajadores, ni de grupos económicos no favorecidos ni opositores. América Latina ya ha pasado por experiencias de esa naturaleza, y no deberíamos volver a intentar recorrer ese camino. Sin duda sería interesante discutir (en otro ámbito, por supuesto, pero me interesaría que quede aunque más no sea una mención en este encuentro) la relación entre desarrollo económico y democracia, y hasta qué punto es la democracia una condición necesaria para el desarrollo económico como se ha pretendido defender los teórico liberales y se han encargado en desmentir los políticos liberales.- Ya para entonces Sunkel iba cobrando ritmo.- Lo que sí resulta evidente, es que son las condiciones en el sistema económico internacional las que determinan las condiciones de desarrollo de los países. Hasta que esta situación no cambie, nuestros países estarán condenados al subdesarrollo y a depender de la exportación de commodities. ¿Te acordás Fernando Henrique cuando pensabas eso? ¿Vos decías eso no?

Lo que siguió fue un poco confuso. Cardoso empezó una férrea defensa de su gestión (y del neoliberalismo, dicho sea de paso); declaró que el crecimiento actual del Brasil de Lula y Dilma es producto de las medidas que se tomaron durante su gobierno y dio a entender que sus escarceos con la teoría de la dependencia no habrían sido más que pecados de juventud. Esto enardeció a un sector de la platea, que empezó a arrojar objetos contundentes contra el escenario; especialmente cuando un Domingo Cavallo que había logrado volver a entrar Dios sabe cómo, se hizo con el micrófono y comenzó a defender la gestión de Cardoso con el celo de los conversos. Para entonces la batalla campal se había generalizado y los sectores más enardecidos de la concurrencia pugnaban por alcanzar el escenario. El ministro llamaba sin éxito a detener la violencia y retomar las actividades, pero ya todo estaba perdido. Siempre me he jactado de saber en qué momento es conveniente irse de un lugar, y cuando las escenas bizarras comenzaron a multiplicarse (juro que me pareció ver a un Roque Fernández desencajado reclamándole al ex –mandatario brasileño por la inconsulta devaluación del Real en 1999) me di cuenta de que era el momento de abandonar el Luna Park. Otros dirían que la irrupción de la guardia de infantería disparando gases lacrimógenos debería ser una mejor señal de que había que irse, pero bueno, ¡algunos todavía creemos en la sutileza!

Cuando finalmente me encontré en la calle, tosiendo y llorando por efecto de los gases, me puse a buscar con ahínco a Mademoiselle Margaux, temeroso de que hubiera terminado detenida por algún efectivo policial. Finalmente la encontré en la esquina de la Avenida Madero.

-Mademoiselle Margaux- le dije armándome de coraje- ¿no me quiere acompañar a tomar unos tragos?

-Margaux es mi nombre profesional. Decime Margarita.

-“Ya no sos mi Margarita, ahora te baten Margaux”- le dije, parafraseando la letra del tango.

-No, pibe, no te equivoqués. Nunca fui tu Margarita, y ese tipo de comentario me dice que nunca lo seré tampoco.

Y se fue, caminando hacia Rivadavia con un séquito de académicos con intenciones parecidas a las mías, y cuyos nombres protegeré por razones de decoro. Se ve que realmente era psíquica, porque nunca la volví a ver. Qué se le va a hacer. Creer o reventar.